La escultura junto con el dibujo son las dos disciplinas artísticas primigenias más antiguas de la humanidad, tal y como lo atestiguan los frescos prehistóricas, como Altamira y las diferentes figurillas tanto en terracota como en piedra, que la arqueología nos ha proporcionado,  como la Venus de Hohle Fels,* lo cierto es que en el imaginario colectivo se tiene idea corriente de lo que es la escultura es, sin ningún  conocimiento de cuáles son los principios que la rigen, qué deferencia hay entre una esculpida en piedra y una modelada en terracota, qué hace un artista cuando desarrolla una escultura y qué otros principios espaciales ha de tener en cuenta.

Al margen del momento emocional o social que puede representar una escultura, como por ejemplo el florecimiento economico y las luchas a las que se enfrentaba la Florencia  de los Medicis cuando Miguel Ángel esculpió el David*, o la obra «Mamá» de Louis Bourgeois, esa araña gigantesca que está en los jardines del Guggenheim de Bilbao, todo escultor es ante todo un matemático que suma y resta, suma cuando hace los bocetos de una escultura en barro, el proceso en esta materia es la de añadir la material, hasta conseguir la forma deseada, en tanto que, cuando de una piedra  el artista libera la forma que imagina, está restando.

Otro principio que rige a todo escultor es el de la composición, ya sea un conjunto, o una escultura única, el artista debe componer sobre el vacío, dentro de la acción de la composición, entra el principio de equilibrio para desarrollar una armonía, sin equilibrio no hay armonía, sin armonía no hay composición, en esto la escultura cumple todos los principios del resto de las artes, cualquier desarrollo de una imagen debe cumplir la creación de la forma, mediante la resta si es en piedra, para lo cual el artista debe tener un profundo conocimiento de la forma, el mismo David fue esculpido en un bloque de mármol, en el que otros escultores habían fracasado, para tener una idea clara del proyecto, antes se deben haber modelado varios bocetos, en barro, o en las diversas resinas plásticas que las ciencias modernas nos aportan.

El equilibrio, es esencial para toda creación tridimensional, tanto abstracta como figurativa y se trabaja en dos sentidos: el interior de la forma en si misma, esto incluye la creación de estructuras que servirán de soporte de la forma y el equilibrio con el entorno o el conjunto de otros objetos que la acompañan, sean otras figuras o el espacio, otros edificios, zonas ajardinadas. Por último el equilibrio implica el conocimiento de todos y cada una de los elementos que lo componen, movimiento, expresión dirección de la forma con tal que el vació y la amteria sean un todo armonioso